Las drogas que nos han protegido de bacterias virulentas
durante más de setenta años están perdiendo poco a poco su efectividad. Las
bacterias causantes de enfermedades se están volviendo impermeables a los
antibióticos. Algunos investigadores estiman que si no se controlan, las
superbacterias matarán a 10 millones de personas cada año y costarán a la
economía mundial $ 100 mil millones de dólares para el año 2050.
Para combatir las bacterias resistentes los científicos se
están organizando para desarrollar nuevas formas de intervención. Estas son
algunas de las formas que se están estudiando en estos momentos.
Desarmar a los
invasores
Las bacterias no siempre necesitan destruidas sacrificadas
para ser neutralizadas. Algunos tratamientos atacan a los gérmenes interviniendo
las armas que los hacen virulentos. Si un medicamento no mata la bacteria tienen
menos probabilidad de desarrollar resistencia.
Muchas bacterias secretan toxinas que dañan las células de
su huésped. Un tipo común es la toxina formadoras de poros, que perforan
agujeros en las células. Liangfang Zhang, un investigador, ha encontrado la forma
de anular estas toxinas con nanopartículas que las absorben. "Creo que
usar nanopartículas realmente puede tener un efecto antimicrobiano muy
potente", explica.
Entrega especial
Los antibióticos se propagan por todo el cuerpo y son
tóxicos en altas dosis. Con la ayuda de nanopartículas se puede programar dosis
concentradas de la droga, lo que haría que se utilicen cargas más eficaces y
controladas, sin aumentar las dosis, lo que genera la resistencia con el
tiempo.
Sin embargo, un problema con las nanopartículas, y muchas
otras herramientas, es que el sistema inmunológico las ve como una amenaza.
"El tamaño es muy parecido a un virus", dice Zhang. "Nuestro
cuerpo en realidad está entrenado para eliminar estas nanopartículas o virus".
Debido a esto, Zhang y sus colegas han camuflado nanopartículas con membranas hechas
de plaquetas.
De esta manera, "todas las nanopartículas irán
específicamente a las bacterias y liberarán la droga", dice Zhang.
Ataque directo
Una estrategia consiste en diseñar versiones artificiales de
péptidos antimicrobianos (AMP), que son parte de la respuesta inmune innata de
microbios, plantas y animales. Estos compuestos atacan la membrana de un
patógeno y también pueden causar estragos dentro de la célula.
Los péptidos antimicrobianos pueden vencer una amplia gama
de patógenos, y las bacterias tienen dificultad para desarrollar resistencia a
ellos. "En comparación con los antibióticos convencionales, estos péptidos
son más efectivos en muchos casos", dice Lu.
Re-sensibilización
Otra forma de debilitar las bacterias es eliminar la
resistencia que han cultivado contra los antibióticos. Los virus que están
especializados en la caza de bacterias, llamados bacteriófagos, pueden ser
aprovechados para estas misiones. Estos bacteriófagos son asesinos de bacterias
extremadamente eficaces, pero los investigadores pueden usar la ingeniería
genética para darles nuevas habilidades y para restaurar la sensibilidad de las
bacterias a los medicamentos tradicionales.
"Lo que hemos estado haciendo es tratar de crear fagos
que puedan entrar en una bacteria y matarla de una manera muy específica",
dice Lu. Actualmente, no hay fagos aprobados por la FDA, aunque los ensayos
clínicos están en curso. Sin embargo, al igual que otras alternativas, los
fagos podrían desencadenar una reacción adversa, o recoger genes relacionados
con la resistencia a los antibióticos y transferirlos a otras bacterias. Pero
es poco probable que dañen el tejido humano.
Toque personal
Algunas terapias alternativas pueden adaptarse para combatir
gérmenes específicos. Aquí, de nuevo, los fagos son los candidatos ideales.
"Son básicamente el enemigo natural de las bacterias", dice Lu.
Generalmente, "si encuentras una bacteria, puedes encontrar un fago contra
ella".
Los antibióticos tradicionales a menudo matan a las
bacterias indiscriminadamente, incluyendo las del microbioma natural de nuestro
cuerpo que desempeñan un papel clave en nuestra salud. Los virus ofrecen un
enfoque más personalizado. Pero para combatir una cantidad grande de bacterias,
varios virus tendrían que ser mezclados en un cóctel. "Ese es uno de los
últimos obstáculos para que la terapia con fagos se difunda, la capacidad de
hacer una especie de cóctel bien definido y sintonizarlo para que vaya detrás
de las bacterias que importan", explica Lu.
Arsenal diverso
Los investigadores también están explorando otras opciones,
como el envío de otras bacterias para combatir los patógenos, la búsqueda de
nuevos antibióticos (a menudo inspirados en compuestos que las bacterias usan
para matarse mutuamente en la naturaleza) y el uso de anticuerpos, entre otras
cosas.
Pasarán algunos años antes de que se adopten estas nuevas
herramientas para su uso generalizado. Y por un tiempo, estos antimicrobianos
alternativos se aplicaran en casos en que los antibióticos ya no funcionen. El
envío de una diversa gama de armas contra las bacterias retrasará el desarrollo
de la resistencia pero no hará que el problema desaparezca.
FUENTE: POPSCI