El 18 de Noviembre el Congreso
de los EE.UU aprobó el “Acta
del Espacio 2015”. Esta ley, que aún no ha sido firmada por el presidente
Obama, le concede a cualquier compañía
aeroespacial estadounidense la capacidad de apropiarse y vender los recursos
naturales que puedan ser extraídos de cuerpos espaciales, incluidos los
asteroides.
Aunque la ley busca liberar a
la industria aeroespacial de la pesada regulación de los tratados espaciales e
incentivar el desarrollo de la misma. Ésta no está en concordancia con la ley
internacional. En 1967 se firmó el “Tratado
sobre el Espacio Exterior” el cual se basa en dos fundamentos: “El derecho
de los Estados a la exploración científica del espacio exterior y sus cuerpos
celestes; y la prevención de la explotación comercial unilateral y desenfrenada
de los recursos del espacio exterior”.
Los propulsores de una carrera
espacial privada afirman que dicho tratado fue firmado en otro contexto, en una
época en la cual la Guerra Fría convertía en real cualquier posibilidad de usar
al espacio con fines bélicos. Pero que ahora, dicho tratado no solo dejó de ser
funcional si no también que limita el potencial comercial del espacio.
Aunque esto es verdad, al
menos de manera parcial, el fin último del Tratado no fue evitar un uso militar
del espacio; sino que este se mantenga libre de contaminación humana y así
facilitar la búsqueda de vida extraterrestre. Una hipotética misión a un
asteroide o cualquier otro cuerpo celeste, modificaría
para siempre su estructura evitando así una misión científica.
Además, el Acta recién
aprobada por los EE.UU recuerda mucha a la lógica del lejano oeste en la que
“las tierras le pertenecían aquel que las haya tomado primero”. No hay que ser
muy perspicaz para darse cuenta que esta filosofía puede causar tensiones (sino
conflictos) sobre la posesión de recursos en algún momento del futuro.
Sea cual sea el caso, lo
cierto es que el espacio exterior alberga recursos que la Tierra no posee, al
menos no en las cantidades que la industria requiere, entonces parece inevitable
que salgamos del planeta en busca de ellos. ¿Debemos respetar los tratados
actuales y limitar nuestras visitas a solo investigación? O como proponen otros
¿debemos cambiar las leyes de manera que podamos aprovechar
los recursos que yacen afuera de nuestro hogar? El debate está abierto.