La sonda Schiaparelli de la
Agencia Espacial Europea – ESA está programada para aterrizar en el planeta
rojo mañana miércoles 19 de octubre. El módulo de 557 kilos ya se había
separado de su
nave principal, ExoMars, el domingo por la noche.
La ESA está intentando una
entrada arriesgada en la delgada atmosfera marciana. Schiaparelli tendrá menos
de 6 minutos para reducir su velocidad de 21 mil km/h a 0 y tocar suavemente el
suelo marciano. Esa es justamente una de las tareas del lander, mostrar la capacidad de la ESA para aterrizar
en nuestro vecino más cercano.
El único intento anterior de
la organización europea fue la
sonda robótica británica Beagle-2 en 2003, la cual sí logró aterrizar de
manera exitosa, pero luego no pudo desplegar sus paneles solares correctamente.
Eventualmente la sonda murió por falta de energía y no pudo retomar el contacto
con Tierra.
Se espera que Schiaparelli obtenga
mejores resultados, aunque como su objetivo es solo de demostración de
tecnología, el lander solo tiene baterías para estar operativo durante unos cuantos días.
Su
secuencia de aterrizaje está totalmente automatizada. La sonda reducirá
gran parte de su velocidad de entrada gracias a un escudo térmico que creará presión
contra el aire marciano. La combinación de este sistema, con un gran paracaídas
y unos propulsores hará que la velocidad se reduzca a 0 justo a metros de la
superficie. Los dos últimos metros de Schiaparelli consistirán en caer sobre su
vientre.

La sonda Schiaparelli emitirá
tonos en UHF durante su entrada, descenso y aterrizaje, las cuales serán
captadas por un radiotelescopio en la India y las transmitir al centro de
control en Darmstadt, Alemania. Si para las 10 de la mañana (hora Perú) la
instalación india aún puede oír a la sonda, querrá decir que el aterrizaje fue
exitoso.
Aunque la espectacularidad del
aterrizaje está acaparando toda la atención, de manera paralela también se está
llevando a cabo otra misión. El satélite
Trace Gas Orbiter de la misión ExoMars está en estos momentos intentando
entrar en una órbita marciana que le permita estudiar el planeta rojo desde el
espacio.
El orbitador pasará los
próximos años estudiando el comportamiento de los componentes atmosféricos,
como el metano, vapor de agua y dióxido de nitrógeno. Aunque presentes sólo en
pequeñas cantidades, estos gases (el metano en particular) brindan pistas sobre
el estado actual de la actividad del planeta. Incluso podrían, aunque es una
posibilidad muy lejana, dar señales
de la existencia de vida.