Hace 20 años una pequeña sonda, Pathfinder,
aterrizó en el Valle de Ares en la superficie de Marte, el planeta al que más
hemos viajado y el que más ha seducido nuestra imaginación.
Si bien la imagen más mediatizada de la exploración
espacial es la de Neil Armstrong pisando la Luna en 1969, el inicio de la
exploración humana al espacio empieza mucho antes que con el Apollo 11. De
hecho, los humanos llevábamos más de una década lanzando aparatos al espacio.
Doce años antes de que EEUU ponga al primer hombre en
la Luna, la URSS había lanzado el primer satélite al espacio (Sputnik, 1957). Y
ocho años antes de la hazaña lunar la URSS ya había puesto al primer hombre en
el espacio: Yuri Gagarin (1961). De hecho, los estadounidneses apuraron el
aterrizaje en la Luna para contrarestar la percepción mundial de los avances
ciéntíficos, militares y espaciales de la URSS.
Una fijación por Marte
Marte es el planeta al que más misiones hemos
enviado y el protagonista de incontables relatos de ficción. Hasta tenemos el
gentilicio “marciano” que coloquialmente usamos para referirnos a ficiticios
seres extraterrestres. Llevamos ya 57 años enviando misiones a Marte y casi la
mitad de las más de 40 veces que lo hemos intentado, hemos fallado. Cualquiera
diría que es suficiente para rendirse. Pero por el contrario, cada misión
fallida ha revelado importante información que enriquece y motiva el siguiente intento.

Esta historia, e histeria, marciana empezó en 1960
cuando secretamente la URSS lanzó el Marsnik 1, la primera sonda que debía
viajar a Marte, pero que desafortunadamente a las justas logró elevarse 120 kms
para luego caer. Tras varios otros intentos fallidos de la URSS y de los EEUU
por lanzar sondas a Marte en los siguientes años, vino el primer éxito marciano
en 1965, fecha en que los EEUU lanzaron el Mariner 4, nave que se acercó hasta
a 10 kms de Marte y tomó 21 fotos en blanco y negro. A este primer logro, le
siguieron en 1969 las Mariner 6 y 7, que tomaron en total 201 fotos de Marte.
Hasta ese momento todas las misiones habían sido de
naves flyby, es decir, no estaban diseñadas para quedarse orbitando Marte y
menos para aterrizar. Tras dos fallidos intentos de EEUU y URSS en 1969 y 1970,
al fin tuvimos nuestra primera nave orbitando Marte gracias a la URSS que en
1971 lanzó con éxito Mars 2 (la nave orbitó pero nunca pudo enviar data) y Mars
3, nave de aterrizaje (lander) que se considera el primer vehículo en aterrizar
en suelo marciano, aunque sin lograr total eficiencia porque segundos después
se perdió toda comunicación con la nave.

Ese mismo año, en 1971, EEUU lanzó con éxito el
Mariner 9, que orbitó Marte durante un año, 2 veces al día. Con los datos y las
7,329 fotos que tomó, tuvimos por primera vez una mirada global del planeta.
Siguieron varios otros intentos fallidos de la URSS hasta que en 1973 su nave
Mars 5 logró funcionar 16 días y nos envió 43 fotos del planeta rojo. Su
siguiente misión, Mars 6 fue parcialmente exitosa porque su orbitador funcionó
pero su lander falló.
En 1975, quince años después del primer intento a
Marte, por primera una nave se posaría en suelo marciano sin estropearse
tras el aterrizaje, como ocurrió con Mars 3. Se trata del proyecto Viking
(EEUU), que envió a Marte las naves gemelas Viking 1 y Viking 2, cada una con
su propia pareja de orbitador y lander. Los 4 artefactos trabajaron varios años
más de lo que se esperaba realizando experimentos biológicos y tomando
fotografías.

Del 88 al 92 le siguen más intentos fallidos de
URSS y EEUU (Phobos 1 y 2, Mars Observer, Mars 96) hasta que en 1996 EEUU lanzó
el Mars Global Surveyor, una nave robótica que orbitó Marte durante siete años
investigando su ionósfera, atmósfera, gravedad, campo magnético, clima y
superficie. Además ayudó a las misiones siguientes identificando locaciones
ideales de aterrizaje.
El momento más dulce
También en 1997 aterrizó en Marte la nave robótica
MESUR Pathfinder (Mars Environmental Survey), una base científica que contenía
un lander (Carl Sagan Memorial Satation) y un rover (Sojouner). Ese fue el
primero de varios rovers subsiguientes en Marte. Y esta nave fue muy importante
para la exploración marciana pues probó con éxito una técnica de aterrizaje más
compleja, usando un escudo y un paracaídas para frenar, así como múltiples
bolsas de aire. Con los años y naves estrelladas aprendimos que frenar para
aterrizar en la delgada atmósfera marciana, en uno de los momentos más críticos
de toda misión.


En 1998 Japón ingresa a la carrera marciana con la
mission Nozomi que debía orbitar Marte para estudiar su atmósfera alta, vientos
solares y generar información para futuras misiones. Pero nunca pudo entrar en
órbita marciana por problemas de combustible. Entre el 98 y el 99 fallan 3
misiones estadounidenses, sus naves perdieron contacto al llegar a zona
marciana (Mars Climate Orbiter, Mars Polar Lander y sus dos sondas Deep Space).
Pero en el 2001 el orbitador de EEUU, Mars Oddisey es lanzado con éxito y nos
envía las primeras fotos de Marte en alta resolución.
En el 2003 la ESA, Agencia Espacial Europea, que
hasta el momento se había mantenido al margen, decide ingresar a las olimpiadas
marcianas con el proyecto Mars Express. Éste constaba de un orbitador europeo y
un lander inglés, el Beagle 2 (en honor al barco de Darwin). El orbitador
funcionó bien y lanzó al Beagle 2, que aparentemente aterrizó, pero que tras el
aterrizaje nunca logró volver a transmitir.

Los rovers toman Marte
Ese mismo 2003 fue un éxito para los robots
errantes marcianos que todos aprenderíamos a adorar, los rovers. Usando la
técnica mejorada del frenado con bolsas de aire que se probó en la misión
Pathfinder de 1996, EEUU aterrizó con éxito su proyecto Mars Exploration Rover
(MER) que llevaba consigo los rovers: Spirit y Opportunity, vehículos mellizos
de seis ruedas y 185 kg, del tamaño de un carrito de golf, diseñados para
merodear hasta 100 m diarios en la superficie marciana. Aterrizaron en lados
opuestos de Marte con una batería de instrumentos que les permitió recoger data
sobre posibilidades de vida, agua, clima, geología e información para una
futura misión tripulada.
Ambos rovers vivieron más de los 90 días para los
que fueron diseñados. Tras 6 años y 7.73 kms de recorrido Spirit se atascó en
arena suelta y sus paneles solares nunca pudieron ser redirigidos. Al final se
apagó. Mientras que su hermana, Opportunity, acaba de cumplir 13 años activa en
Marte este último 24 de enero. Es hoy el rover más longevo y el que más
distancia ha recorrido en superficie no terrestre: 43.7 km (el segundo lugar es
del rover soviético Lunokhod 2 con 37km en la Luna, 1973).

De aquí en adelante son más los éxitos que los
fracasos de nuestro proyecto humano marciano. En el 2005 el orbitador Mars
Reconnaissance Orbiter (EEUU) empezó una misión que ha logrado recoger 26
terabytes de datos, más que todas las misiones de Marte juntas. Ya para el 2007
la Phoenix Mars Lander de EEUU pudo hacer lo que su antecesora Mars Polar
(1999) no pudo: aterrizar en las regiones polares de Marte y usar su brazo
robótico para escarbar la superficie.

En el 2011 EEUU aterriza la nave más pesada de
todas las que han llegado a Marte, 899 kg del Mars Science Laboratory (MSL),
conteniendo los más sofisticados instrumentos de experimentación para explorar
la habitabilidad en Marte. Con este laboratorio llegó el famoso rover Curiosity
que lleva a cabo estudios químicos, orgánicos, biológicos, minerológicos,
geológicos y de radiación con el objetivo de explorar su medio ambiente por
habitabilidad pasado o futura. Curiosity también ha sacado algunas de las
fotos más viralizadas de Marte en esta era de internet y redes sociales.

En el 2013 la misión de investigación atmosférica
de NASA MAVEN (Mars Atmosphere and Volatile Evolution) se lanzó con éxito. Ese
mismo año, 2013, un nuevo participante se suma a la carrera marciana, India. Su
proyecto MOM (Mars Orbiting Mission o Mangalyaan) liderado por mujeres,
es el orbitador construido en menos tiempo (18 meses), con el menor presupuesto
en la historia espacial (US$72 millones), y le otorga a la India el récord de
ser el único país que ha logrado una misión exitosa a Marte en su primer
intento.
Pero Europa y Rusia no se han quedado a la saga. En
2016 lanzaron un programa conjunto: Exomars Orbiter y Schiaparelli EDL (Entry
Demo Lander). El orbitador fue un éxito, pero el lander perdió contacto al
arribar a Marte.

Se pueden imaginar la cantidad de información que
hemos podido recoger en estos más de 50 años de prueba y error. Pero esto es
solo el comienzo de la carrera espacial a Marte, que hoy continúa pero con
nuevos actores y nuevos propósitos. De las misiones robóticas estamos a punto
de pasar a las misiones tripuladas. Y la ambición ahora no es solo
política: pisar y volver como en la Luna. Ahora se trata de establecer una
colonia humana en Marte. Una idea-objetivo que viene siendo fuertemente
impulsada por el sector privado que ha ingresado al ruedo espacial.
Si el inicio de la exploración espacial tiene sus
raíces en el juego politico y de medición de fuerza, poderío y seguridad entre
EEUU-URSS, este renaciamiento tiene detrás intereses privados y comerciales. Así
como los millones que se invirtieron en investigación espacial durante la
guerra fría, fueron posibles solo en un contexto de competencia política,
cuando la guerra fría acabó los fondos fueron paulatinamente en declive. Pero
los científicos en sus países no dejaron de investigar y proponer, y las
posibilidades que la exploración espacial comenzaban a abrir mantuvieron viva
la investigación científica.
De hecho, la Estación Espacial Internacional es un
claro ejemplo de la cooperación multinacional que se hizo –económicamente
necesaria- para continuar avanzando en una actividad que es muy costosa. Cinco
agencias espaciales cooperan en su mantenimiento y en los experimentos sobre la
vida en el espacio (NASA-EEUU, ROSCOSMOS-Rusia, ESA-Europa, JAXA-Japón, CSA-Canadá).
Actualmente, sin dejar de lado las consideraciones
polítcas últimas, que siempre acompañan los grandes emprendimientos humanos,
puede verse un cierto viraje hacia el renacimiento de la exploración espacial.
Así, las alianzas entre gobierno y empresa privada, comenzan a abrir un campo
nuevo y muy lucrativo, especialmente en los EEUU.

Solo en el 2015, según Bloomberg (citando a Space
Foundation), se generaron ingresos globales por casi 121 mil millones de
dólares en el sector espacial, tanto por la manufactura como por el lanzamiento
de 262 artefactos enviados al espacio. Hoy hay empresas trabajando en ofrecer
viajes turísiticos al espacio, compañías afinando estrategias para realizar
minería en asteroides o en la propia Luna, empresas ofreciendo manufactura o
partes para satelites espaciales de todo tamaño, como los clusters de pequeños satélites,
u organizaciones que ofrecen colonizar Marte, construir cohetes, lanzaderas y
naves espaciales. El capitalismo ha llegado a la industria espacial, acaso para
bajar sus costos y expandir las posibilidades más allá de los gobiernos y su
agencias espaciales.
¿Quiénes son estos nuevos actores, visionarios,
magnates que han visto un mercado en expansión? ¿Cómo se están alineando las
distintas alianzas estado-privado y multiestados en el partidor a Marte? ¿Por
qué ahora todos quieren llevar humanos a Marte? ¿Qué asuntos legales,
económicos y politicos están en juego? ¿Qué normas acerca de la propiedad, del
uso del espacio y sus recursos debemos prever? No se pierdan la siguiente
entrega con respuestas a todas estas acusiantes interrogantes sobre nuestro próximo
candente destino en estas nuevas olimpiadas espaciales: Marte, más rojo, más
cerca que nunca.