La vida es tan resistente que,
según un análisis publicado en la revista Astrobiology,
podría existir incluso en las nubes de Venus. Un equipo de científicos del MIT
han esbozado un modelo teórico en el cual posibles microbios alternarían su
existencia en pequeñas gotas de agua que caen de la atmosfera.
A diferencia de su hermano
helado, Marte, Venus
es un infierno. Su temperatura superficial está por encima de los 400
grados Celsius y casi no hay agua (elemento esencial para la vida). Por eso, se
cree que el segundo planeta es uno de los más desfavorables para albergar vida.
Sin embargo, todavía hay una
pequeña cantidad de vapor de agua, que se condensa en nubes de gran altitud con
temperaturas moderadas, y existen hipótesis según las cuales puede existir vida
microbiana allí. ¿Por qué? Algo así ya ocurre en nuestro planeta.
Una biosfera microscópica aérea existe en la Tierra. Corrientes de aire llevan bacterias, arqueas y hongos en las nubes, después de lo cual algunos de ellos caen en las gotas de agua. Una vez en el suelo, estos microorganismos permanecen vivos y metabólicamente activos, aunque no hay evidencia de división celular en este estado.
La hipótesis
Ahora Sara Seager del MIT y
sus colegas decidieron proponer un escenario específico según el cual la vida
venusiana puede existir de manera estable en las nubes a altitudes de 48 a 60
kilómetros.
En primer lugar, los
investigadores formularon una contradicción fundamental. Por un lado, la vida
tal como la conocemos necesita agua, por lo que las gotas de agua de las nubes
son un entorno adecuado para ellas. Por otro lado, en las nubes, las gotas
crecen gradualmente y eventualmente caen bajo la influencia de la gravedad. En
condiciones como las de Venus, donde las capas inferiores de la atmósfera
se calientan a cientos de grados, tal descenso sería fatal para los organismos.
Al mismo tiempo, sobre Venus,
los microorganismos no podrán permanecer fuera de las gotas durante un tiempo
significativo. La atmósfera de Venus es muy seca, los microbios perderán agua
rápidamente y morirán. Incluso en la Tierra, los microorganismos que han salido
de las gotas de agua de su atmósfera húmeda morirán en unos pocos días si no
regresan a la superficie.

Según el equipo de Seager,
esta contradicción se puede resolver asumiendo el próximo ciclo de vida
microbiana. En la primera etapa, el cuerpo se encuentra en una gota de agua en
una nube, donde vive y se reproduce.
Según datos modernos, las
gotas, de tres micrones de tamaño, flotan a la altura de las nubes durante seis
meses, lo que es más que suficiente para múltiples fisiones. Poco a poco el
tamaño de las gotas crece, caen y "sintiendo" esto, los microbios
deben formar un análogo de las esporas terrestres.
Las esporas bacterianas, a
diferencia de las esporas de plantas, no sirven para reproducirse, sino para
proteger contra condiciones extremas. El metabolismo se detiene, una membrana
densa crece debajo de la membrana celular, que retiene las sustancias
necesarias, y de esta forma el cuerpo puede existir durante miles de años,
resistiendo el calor, la deshidratación y un ambiente agresivo.
Además, la espora caerá en la región de la neblina venusiana inferior que se encuentra debajo de las nubes, que ocupa una altitud de 47 a 33 kilómetros. Se desconoce la composición de esta sustancia, pero gracias a los datos de las sondas Pioneer, sabemos que el tamaño característico de sus partículas es de aproximadamente medio micrón, y en la capa superior puede llegar a los dos micrones.
Un modelo similar en la Tierra
La espora más pequeña conocida
de bacterias terrestres tiene un tamaño de 0,25 micrones, lo cual es suficiente
para una larga existencia en esta capa de la atmósfera. Dado que el tiempo
medio de asentamiento de las partículas de la neblina venusiana inferior es de
más de cien años, puede servir como reserva de vida a largo plazo.
En este depósito, las esporas
pueden esperar muchas décadas antes de que la siguiente corriente ascendente
las recoja y las lleve de regreso al ambiente húmedo y nublado. Cuando la
humedad envuelve la espora, esta se activa y comienza a multiplicarse, cerrando
el ciclo.

Dado que las corrientes de aire son caóticas, los hipotéticos organismos tendrían que multiplicarse a gran intensidad para compensar la muerte de aquellos que caen en la zona caliente, o vuelan demasiado alto. Además, el metabolismo venusiano debe diseñarse para altas concentraciones de ácido sulfúrico: en las gotitas en cuestión, su concentración es de al menos el 70%.
Cabe señalar que el estudio es
más un ejercicio mental. Por el momento, es difícil modelar el ecosistema
celeste venusino, ya que la humanidad tiene pocos datos sobre este planeta. Aún
así, es
interesante imaginar cómo sería la vida en otros mundos.
Fuente: Astrobiology,