Donald Trump ha elegido a uno de los escépticos
climáticos más conocidos para dirigir el equipo de transición de la Agencia de
Protección Ambiental de los Estados Unidos.
Myron Ebell, director del Centro de Energía y Medio Ambiente
del Conservative Competitive Enterprise Institute, es escéptico del Cambio
Climático y el equipo de Trump está buscando cambiar drásticamente las
políticas climáticas que la agencia ha seguido bajo la administración Obama.
Ebell es conocido por sus escritos que cuestionan lo que él
llama el cambio climático "alarmista". Aparece frecuentemente en medios
de comunicación y es presidente de la Cooler Heads Coalition, un grupo de
organizaciones sin fines de lucro que "cuestionan el alarmismo del
calentamiento global y se oponen a las políticas de racionamiento de
energía".
Se enorgullece de ser “enemigo” de organizaciones como
GreenPeace, ya que esta entidad lo presenta dentro de su "Guía de Campo a
los Criminales del Clima", fue apodado como "estafador" por la Rolling
Stone y fue objeto de una moción de Censura en la Cámara de los Comunes
británica, después de que criticara al principal asesor científico del Reino
Unido por sus opiniones sobre el calentamiento global.
Ebell se ha opuesto al Tratado de París
que Obama acaba de ratificar
junto con la ONU, porque considera que "es claramente una usurpación
inconstitucional de la autoridad del Senado". Como sabemos, el
conocimiento científico de Trump es escaso, y considera que el Cambio Climático
es un engaño, por lo que amenaza con revertir este acuerdo.
Ante ello, más de 300 científicos destacados, entre ellos 30
ganadores del Premio Nobel, emitieron un comunicado que condena la postura de Trump.
"Creo que la gente debe desconfiar de la
autoridad", dijo a un entrevistador el año pasado. "Cuanto más se te
dice que tienes que creer algo, más debes cuestionarlo". A pesar de que en
este punto estamos de acuerdo con Ebell, también debemos desconfiar de una
entidad cuyo financiamiento viene en parte de la industria del carbón, que
tiene el mayor interés de que tratados como el de París (que van a restringir
su actividad contaminante) sean derogados.
Felizmente, gracias a que el Tratado ya entró en vigor, y
por su carácter vinculante, Trump está imposibilitado de retirar a los Estados Unidos
de este acuerdo. Esperemos que se mantenga así.
FUENTE: NYT,
Scientific
American