Hace algunos años, un estudio del Centro Nacional de
Investigación de Primates Yerkes en Atlanta (EE.UU.), reveló que los chimpancés son altruistas por naturaleza, ya que
comparten sus golosinas con otros compañeros de forma espontánea.
Sin embargo, una nueva investigación publicada en Nature Communications encuentra
que los chimpancés no son altruistas sino que cuando se trata de ayudar desinteresadamente
a un compañero, se muestran indiferentes, solo ayudan si sacan provecho de la
situación (como muchos políticos, ¿no?).
En el estudio realizaron dos experimentos en los chimpancés
de un santuario de Ngamba, una isla boscosa de Uganda. En el experimento los
autores estudiaron cómo reaccionaban los chimpancés cuando se les daba poder
sobre si un chimpancé en una jaula enfrente de ellos obtendría comida o no.
Para un grupo de chimpancés, si liberaban una clavija de madera entonces una
caja de comida en la jaula opuesta sería desbloqueada. Para el otro grupo, si
liberaron la clavija entonces la caja se bloquearía.
Encontraron que a los chimpancés les daba igual si sus
compañeros podían o no recibir comida al maniobrar una clavija. “Los resultados
de estos dos experimentos combinados demuestran que los chimpancés no actuaron
de manera que produjera beneficios para los demás en una tarea donde no había
ningún beneficio percibido para sí mismos”, afirma Claudio Tennie, de la
Universidad de Birmingham.
Para estos investigadores, los resultados positivos encontrados en otros experimentos fueron producto del diseño de la investigación. Para Keith Jensen, de la Universidad de Manchester, “ha habido una tendencia atractiva de extender hacia abajo las raíces del altruismo humano, al menos por lo que se refiere a nuestro ancestro común con los chimpancés. Sin embargo, los resultados de este estudio retan este punto de vista”.
Ahora, lo más probable es que los chimpancés sí tengan conductas consideradas "altruistas" pero que no las hagan todo el tiempo (ejem, igual que los humanos). Este tipo de conductas también son enseñadas y reforzadas (o no) en los seres humanos, por lo que no es tampoco sorprendente que en los animales se dé de esta manera.