Esta semana se resolvió la batalla legal entre la
Universidad de California en Berkeley y el Instituto Broad sobre el
descubrimiento de la nueva, barata y fácil de usar técnica de edición de genes
conocida como CRISPR. Los descubridores originales de la técnica, Jennifer
Doudna de Berkeley y Emmanuelle Charpentier, perdieron una batalla de la patente
ante Feng Zhang del Instituto Broad, quien descubrió que la técnica podría ser
usada para editar ADN humano y animal, una hazaña que tiene un enorme potencial
para tratar y curar enfermedades.
La sentencia es una victoria para el Instituto Broad. Podrá
conservar sus valiosas patentes, que cubren el uso de CRISPR en células humanas
y animales. Fue Feng Zhang del Broad Institute quien publicó, en enero de 2013,
un artículo que mostraba cómo adaptar el mismo enfoque al trabajo en células
vegetales, animales y humanas.
UC Berkeley dice que seguirá buscando la aprobación de su propia
patente, actualmente pendiente, que cubre el uso básico de CRISPR para alterar
la molécula de ADN. Lo más seguro es que apelen el fallo ante el Tribunal de
Apelaciones de los Estados Unidos para el Circuito Federal, un proceso que
podría tomar un año, dice Jacob Sherkow, profesor de la Facultad de Derecho de
Nueva York.
Pero un detallado informe publicado en la revista Science, discute
sobre quién podrá usar esta tecnología y de qué manera. A pesar de que los
derechos de la patente de CRISPR estaban siendo disputados en los tribunales,
las empresas privadas han aprovechado la oportunidad de utilizar esta
tecnología para investigar los tratamientos de enfermedades y celebrar acuerdos
de licencia con instituciones de investigación para obtener derechos exclusivos
de uso de CRISPR con cierta licencia legal. Pero ahora, ninguna otra empresa
podrá hacer investigaciones familiares.
Un conjunto de directrices de los Institutos Nacionales de
Salud en 1999 y otro, denominado "Nueve Puntos", acordado por varias
universidades (incluyendo UC Berkeley, Harvard y MIT) en 2007, establecen que
cualquier herramienta de investigación de las universidades de investigación
deben ponerse a disposición del público o cualquier científico o institución
que lo desee.
Pero la mayoría de los descubrimientos no son en realidad
herramientas de investigación, dice Jorge Contreras, abogado de propiedad
intelectual de la Universidad de Utah y coautor del informe de hoy. Así, por
ejemplo, si alguien en una universidad de investigación descubre una nueva
molécula que es eficaz contra una proteína en particular que conduciría a una
nueva forma de tratar una enfermedad, esto constituye una terapia y puede pedir
la licencia exclusiva.
Entonces, ¿qué es CRISPR? Esa es la pregunta principal que
necesita ser contestada, dice Contreras. Actualmente, no se considera una
herramienta de investigación. Debido a eso, las compañías privadas están pidiendo
la licencia para su uso. Por ejemplo, la compañía privada Juno ha firmado
acuerdos de licencia de sustitución con el MIT y el Instituto Broad para hacer
investigación utilizando CRISPR en el tratamiento de cáncer. El tratamiento,
que todavía está en ensayos clínicos, podría revolucionar la forma en que se
trata el cáncer, pero la preocupación de Contreras es qué sucedería si Juno se
va a la bancarrota, o es demandado. Los derechos para el uso del tratamiento estarían
atados a los tribunales durante décadas, retrasando la investigación.
Si una empresa como Juno se declara en bancarrota, nadie más
podría usar CRISPR y CAR T juntos para desarrollar terapias eficaces.
"Esto me parece una verdadera vergüenza y una pérdida para la sociedad",
dice Contreras. Además, si otras compañías aplican para usar su terapia CRISPR
con licencia, la compañía puede decidir no dársela, especialmente si son un
competidor.
Pero Contreras dice que debido a que CRISPR aún está en la
fase de investigación es un momento ideal para repensar sus aplicaciones. "Puede
haber alguna renegociación de las licencias básicas de CRISPR", dice. Pero
mientras tanto, las empresas privadas que quieren estar en este mercado ya se
están posicionando y pagando mucho dinero por algunas de estas licencias. Contreras
dice que el NIH debe retroceder y repensar su vieja política de 1999 para
asegurarse de que no hay un área gris, y que todas las plataformas de
investigación de amplio alcance, incluyendo CRISPR, no deberían tener licencia exclusiva.
Por el bien de la humanidad.
FUENTES: POPSCI